Disobedience
Una de las cosas que me llamó la atención de Disobedience, incluso
antes de empezar a verla, es que el “subtítulo” (digámoslo así) de la película es “El amor es un acto de desafío”.
Me llamó la atención porque el amor, como lo presenta la película, no es el
acto de desafío en sí mismo, porque lo que sienten las protagonistas, la una
con la otra, es más bien incontrolable, es el actuar de ese amor el que es un
acto de desobediencia, sobre todo dadas las circunstancias de la película.
En Disobedience, película de Sebastián Lelio (donde se siente su mano como en casi todas sus películas) dos
mujeres, una parte de la comunidad judía ortodoxa y otra que fue parte pero
salió de ese mundo, se reencuentran luego de que muchos años atrás tuvieran una
cuasi relación lésbica (la película
siempre da a entender que en realidad fue una relación truncada) y como
dice el dicho, donde hubo fuego cenizas quedan.
La película logra tener un ambiente medio claustrofóbico dado
principalmente por la necesidad de esconderse en una comunidad muy cerrada,
pero también es cierto que creo que el tema religioso se trata con harto
respeto. No es intención de Lelio herir esas sensibilidades. Lo que a él le
interesa es mostrar el amor de dos mujeres que simplemente no pueden dejarse ir
a pesar de las distancias.
Y eso lo logra. A veces con lentitud y cadencia, pero lo logra.
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