Esta película trata acerca de un caso de la vida real, en donde un abogado recién graduado de Harvard, en lugar de irse a trabajar a grandes oficinas de abogados, prefiere irse a Alabama (cuna del racismo en USA) para dar una defensa digna y como corresponde, a presos condenados a muerte, algunos de los cuales prácticamente no tuvieron defensa en sus casos. Obviamente la mayoría de los presos en este caso, son negros.
Uno de los casos, el más llamativo y que lleva el hilo de la película, es el de un hombre negro al que se culpó prácticamente sin ninguna prueba de haber asesinado a una chica blanca de 18 años de un balazo en la cabeza. Y por ese crimen, que no cometió, se le condena a la silla eléctrica.
La película está muy bien hecha, la historia bien contada y bien actuada, y además viene a ser tremenda pertinente en estos tiempos de lucha contra el racismo en USA.
La película hace un muy buen trabajo en mostrar como en USA, pero sobre todo en algunos estados, hay una estructura social, de justicia y política para culpar a los negros de todos los crímenes posibles y de esa forma mantenerlos subyugados a la voluntad y al poder del hombre blanco que los considera derechamente inferiores. Algunos casi inhumanos.
Hay escenas crudas, se logra sentir el temor de los protagonistas frente a las amenazas que lógicamente comienzan a llegarles por todos lados. Pero también muestra, de alguna manera, la esperanza de que con perseverancia, eventualmente, se podrá llegar a un nuevo contrato social donde exista más justicia para todos.
Recomendada.
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