lunes, 16 de marzo de 2015

House of Cards. Temporada 3. ¿Qué pensamos?


Queridos, si alguno de ustedes no ha visto la temporada 3 de House of Cards y no le hace gracia conocer de antemano que acontecimientos ocurren, este es el momento indicado para irse a buscar algo más que leer. Porque no es que sea el fin de esta entrada el contarles todas y cada una de las cosas que ocurren en la temporada, pero lo cierto es que hay muchas cosas que comentar que les podrían arruinar el día. Así que si no quieren spoilers vayan, terminen de compartir con los Underwood, vuelven, y todos tan amigos como siempre. Ta dá.

 ¿Qué opinamos de la tercera temporada de House of Cards, queridos míos? ¿Qué opinamos?

 Que está OK.

Eso, básicamente.

Que no es lo mismo que decir que es una mala temporada (no lo es a mi juicio. Ya quisiera cualquier serie tener una temporada así). Es que simplemente no es OH MY GOD como la primera, ni es “Mira que está buena” como la segunda. Está bien. Entretenida. Pero no adictiva.

Pero para no hacer de esto una letanía de lamentos (que es en lo que todos sabemos esto se va a convertir de todos modos) vamos a partir con las cosas buenas. Porque hay cosas buenas.

La primera y que al final del día es la piedra angular de esta serie, es que los actores son fantásticos. Todos (o casi todos porque demás que hay alguno que no me acuerdo que guatea un poco). Y aunque yo sé que los aplausos para Spacey y Robin Wright han sido más que abundantes (premios varios ya entregados), nunca está de más agregar los propios. Porque realmente son fantásticos no solo de manera independiente, cosa que ya es digna de destacar, sino que también de manera conjunta. Más aún, diría que sus personajes tienen la rara e increíble cualidad de ser absolutamente sinérgicos, es decir, logran que la presencia  y actuaciones de ambos sean mucho más poderosas que la suma de sus partes. Cierto que en esta temporada hay cosas que hacen blanquear los ojos en lo que se refiere a los Underwood, pero de ello responsabilizo al guión y no a las capacidades de actuación.

Pero para no quedarme corta, no puedo dejar en el tintero a Michael Kelly, porque Doug Stamper es un tremendo personaje. Puedo no estar de acuerdo con ciertos arcos de su historia, pero el personaje es impecable. Y así con todos. No se me ocurre ninguno que diga “Ay este no me gustó” Les creería a todos que son el personaje que interpretan y no un actor que está detrás.

BONUS: Lars Mikkelsen como el presidente de Rusia fue un agrado (Viktor Petrov JAJAJAJAJAJAJA que son poco discretos por la chita. Por ultimo cambien las iniciales de Vladimir Putin). No sólo porque me gusta  el actor (cualquiera que haya salido en Borgen es de los que yo apoyo) sino que además porque logró construir un rival de peso para el Underwood de Spacey y eso no es menor.

Otra de las cosas absolutamente aplaudibles de la serie es que tiene escenas realmente notables y diálogos que pueden hacerte pensar por días. No digo que no haya problemas de guión, porque (como ya vamos a ver) hay algunos WTF, pero tal como pasa con otras series, los problemas de guión no impiden momentos fabulosos y reflexiones maravillosas. Y si esos momentos son interpretados por actores que están en un momento fuera de serie, no hay más que disfrutarlos.

Personalmente me gustaría pasarme la tarde destacando momentos que me gustaron mucho (como por ejemplo la mayoría del episodio 6 en donde Claire conversa con el compadre preso en Rusia mientras Francis está en negociaciones con Viktor Petrov), pero en honor a la longitud que puede alcanzar esta entrada (recuerden que aún me falta el pataleo por lo que NO me gustó), quiero destacar el discurso de Underwood cuando lanza el programa America Works. “You are entitled to nothing” es una tremenda escena y una gigantesca interpretación. Fuerte, profunda y llena de significados y mensajes. Más aún, de alguna forma es una bofetada a mucho por lo cual “el mundo” ha estado en un tumulto el último tiempo, no en el sentido del trabajo, sino que en el sentido de la seguridad social. Se hace cargo de lo mucho que nos indigna que la gente no tenga salud o una vejez digna, y nos escupe diciéndonos que es culpa nuestra. Obviamente no es fácil estar de acuerdo con el discurso, pero es muy difícil no aplaudirlo por cómo fue propuesto (abajo les dejé el link por si quieren revivirlo, cachen que ando buena onda)

Ahora, si las actuaciones están excelentes, y estamos llenos de momentos y diálogos muy buenos, ¿qué falla que esta temporada no es una serie espectacular como aquella temporada 1? El guión. Como un todo, como el hilo conductor, como el que desata las situaciones… como el movilizador de personajes.

Cuando terminó la temporada 2, que me gustó bastante a pesar de no ser como la 1, recuerdo haber quedado con sentimientos encontrados. Dado que Francis Underwood es un personaje con códigos de ética tan propios (por no decir tendientes a inexistentes), con objetivos tan claros, pero al mismo tiempo con relaciones tan interesantes, se me hace difícil no formar parte de su “hinchada”. Sé que varios no sienten lo mismo, pero para mí verlo triunfar es casi un orgullo, por lo cual cuando le ganó el gallito a Tusk (que enorme personaje), me faltó poco para tirar challa. Sin embargo cuando al terminar la temporada 2 lo vi convertirse en presidente (de la manera menos convencional que se me pudiera ocurrir) dije “¿Y ahora qué?” ¿Qué oposición o que reales enemigos tiene el “hombre más poderoso del mundo libre”?

Porque cuando Francis Underwood congresista o hasta Vicepresidente tenía que rendirle cuentas a un personaje con más poder que él, tenía que valerse de toda su astucia, contactos y ambición para salir airoso, y eso era una delicia para los espectadores. Pero como Presidente no tiene que rendirle cuentas (me refiero de manera real) a nadie. Y si se le presenta un problema que se ve sin salida, él crea la salida. ¿El senado no quiso a Claire de embajadora de la ONU?, él la nombra y la impone. ¿El congreso no quiere darle plata para America Works?, él interpreta una ley a su pinta y le saca plata al fondo para catástrofes. A todo le busca una salida del tipo tanque y no de la manera torcida y sutil en que lo hacía en la primera temporada.

Extraño la maquinación, las horas sin dormir, las conversaciones en pasillos y las palabras con doble significado que en esta temporada fueron más bien escasas. Pero sobre todo extraño la relación con Claire.

Alguna vez escribí una entrada llamada “Por qué usted tiene que ver House of Cards” a pito de la primera temporada, y revisándola, sigo estando de acuerdo con casi todo lo que puse (y ha pasado casi un año y medio, que no es poco para una cabeza tan volátil como la mía). La pareja de los Underwood es (¿era?) absolutamente fascinante por lo atípica. Y la serie lo sabe, perfectamente. Tanto así que en el capítulo del libro destinado a America Works que Tom Yates les escribe (personaje tristemente subutilizado) deja patente la relación de una manera fantástica. Dos iguales que juntos son invencibles. ¿Por qué entonces desarman el centro de la serie? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

Puedo entender que sea para remover un poco cierta inercia. Perfecto. Puedo entender que haya una necesidad de que en algún momento uno de los dos sintiera que no estaba totalmente satisfecho con su vida o con lo que le tocaba con su parte del trato. Bien. Entiendo incluso (aunque no me guste demasiado) que alguno de los dos, en este caso Claire más que Frank, se acuerde que existe algo llamado consciencia y eso le pese, pero ¿por qué si House of Cards se dio y consiguió el lujo de romper esquemas con una pareja que sigue solo los códigos que ellos mismos se inventaron y que efectivamente solo reconocen al otro como su igual están tratando de llevarlos por un camino llenos de clichés?

¿POR QUÉ?

Hubo momentos en que pensé en que la situación podía salvarse, que podían volver a ser un engranaje (hasta me pareció tierno-lindo-aaaw eso de que renovaran votos), pero al final la cosa se fue cuesta abajo. Claire pasando desde el personaje formidable que es a la mujer que se siente opacada por el marido y en lugar de buscar su camino con la herramienta fundamental que él (Frank) es, entra en pataleta y se va. No digo que no sea “entendible” (porque recordemos que también se echó mano al cliché de Soap Opera del marido maltratador), lo que digo es que de esta pareja en particular esperaba otra cosa.

Porque a menos que den vuelta la tortilla totalmente, lo que nos queda esperar para la temporada 4 es que la batalla ya no sea los “Underwood vs el mundo”, sino que “Underwood vs Underwood”. Y esa historia ya la hemos visto muchas veces, creo yo.

Finalmente, y una de las cosas que más me hizo ruido (detesto esa expresión, pero en este caso queda bien así que me aguanto), es el ritmo de la serie. La primera temporada (y parte de la segunda aunque a veces lo pierde) tienen una idea central muy, pero MUY clara que es la que da forma a todos los episodios, y algunas historias anexas que sirven para ponerle “sabor”. Todo obviamente se relaciona de algún modo u otro, pero siempre hay un motivo central que nos mueve.

En esta temporada sentí que había tantas leseras de las que estar pendiente que a veces se hacía hasta (que feo decir esto) latero. Me encanta el personaje de Doug, lo he dicho más de una vez, pero que el primer episodio se tratara prácticamente de él en el hospital y otro se trata de él con depre, fue bien fome (lo cual no quita, vuelvo a decir, que Michael Kelly sea un capo). Perdí el hilo, me costó concentrarme.

Además habría preferido que la serie tratara abiertamente o de America Works o del conflicto con las Naciones Unidas, pero poner DOS temas tan pesados hacía que fuera difícil que compartieran los capítulos de la serie, más allá de que obviamente entiendo que un presidente se ocupa de varios temas a la vez, no soy TAN pava. Por eso hay episodios que se tratan de una cosa, y otros de la otra, pero en prácticamente ninguno se trató de ambas. Y si sumamos que ya para el final la serie se trataba de la campaña presidencial, entonces tenemos que al final fue como ver un batido de 3 series en una.

Como dije, y a pesar de lo que pueda parecer luego de esta mini pataleta (je), la tercera temporada de House of Cards no es mala. De hecho si alguien me dijera que puedo ver la temporada 4 mañana, yo me subo de inmediato a ese barco. Sin preguntar nada. El tema es que de algún modo, y en una opinión totalmente personal, creo que hay demasiados factores que hacen mella en “el alma” de la serie. En lo que la hizo distinta a cualquier cosa que habíamos visto. Y eso se siente.

Pensamientos Random y bla bla bla (o sea cosas que no supe donde más poner y que no quiero dejar de comentar)

-A pesar de que como espectadora estoy más que dispuesta a dejar que los guiones a veces creen situaciones inverosímiles por el bien de la serie, en esta temporada House of Cards tiene varias situaciones realmente WTF (No malas, sino que WTF). Porque ¿en qué cabeza cabe que alguien vaya a permitir que la primera dama de USA duerma en una celda rusa por mucho que esté conversando con un preso que parece no ser peligroso? De hecho ya es raro que la dejaran tener aquella conversación “privada”. ¿Y dónde la vieron que el presidente de USA iba a tener una reunión con el presidente de Rusia en un búnker en zona de guerra? Ya pues, algo, un mínimo de seriedad para estas cosas.

-Una cosa que me encantaba de la serie era que utilizaran las tecnologías de la información actuales como parte del día a día. Veíamos como se enviaban mensajes de whatsapp, como la gente tuiteaba (que Zoe muriera no significa que nadie más pueda tuitear), etc. Todo eso se perdió en esta temporada. Ni siquiera vimos algo tan medieval como el mensaje de texto. Sólo vimos a Frank jugando en el tablet (y ya bajé el juego. Je)

-House of cards tuvo (y a veces sigue teniendo para ser justa) esa maravillosa habilidad de no tener que autoexplicarse ni ser obvia para que los que estamos atentos entendamos que pasa o que puede pasar. Sin embargo, en esta temporada, siento que fueron majaderos con el tema de que Claire se siente “insatisfecha”. Faltó que lo publicaran en el diario. Entendimos con las primeras pistas, en serio, no era necesario tanto drama. No en House of Cards. Y ¿es idea mía o es muy obvio que más de una persona le haya dicho a Claire que “la quieren más” que a Francis y que si “ella fuera candidata” votarían por ella? Porque si la batalla de los Underwood va a ser por la presidencia sería uno de los WTF más grandes que podrían esperarse de la serie. No poh.

-¿Cacharon que el Senador Héctor Mendoza se fue sin pena ni gloria? Bueno lo que pasó es que el actor se fue a otra serie y el horario no le daba para grabar las dos. De todas formas podría haber sido más digna la salida.

-Me encantó que para interpretar rusos hayan usado rusos. No, en realidad Mikkelsen es danés, pero habla bien el ruso (creo. Habría que preguntar a un ruso). Pero los embajadores y demás son rusos for real y es un agrado que poco a poco se vayan utilizando actores de la nacionalidad que corresponde. ¿Para qué poner a un gringo hablando con un acento raro que no es ni fu ni fa si hay actores rusos disponibles? Aplausos.

-Otra cosa que rescato es como la serie toma elementos de la realidad, del día a día para darnos la sensación de no estar viendo una serie, sino que a la vida de alguien. La aparición de Stephen Colbert fue todo un acierto. Nunca hay que despreciar a la cultura pop como creadora de realidades.

-Tengo una duda con respecto a la muerte de Rachel (pobre). ¿Doug la atropelló? Al final es eso lo que se da a entender ¿cierto?

-¿Qué fue del ex presidente? No es que crea que tiene que aparecer, pero podrían que sea haber dicho que no sé, se retiró a una casa de campo, por decir algo. Lo mismo con Linda, porque yo me había quedado con la impresión de que ella iba a pasar a formar parte del batallón anti-Underwood. Pero nunca más la vimos.

Ya chaíto. Ahí les dejo el link que les prometí.


 

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