¿Les gustó la primera película de My Big Fat Greek Wedding? A mi si. Me encantó, me reí a carcajadas. De hecho aún me rio cuando la veo. ¿Por qué entonces no me gustó (algo sí pero no mucho) esta segunda entrega si es prácticamente igual que la primera?
Precisamente por eso. La primera película era, no una brisa, un vendaval de aire fresco en el ámbito de las comedias, era graciosa, llena de personajes adorables, altamente identificables, no tenía falsa gravedad, y no tenía pretensiones. Simplemente era una idea simple muy bien ejecutada en pantalla.
La segunda en cambio es un intento muy obvio de exprimir hasta la última gota de eso que ya les dije. Tanto así que termina siendo una caricatura de la fantástica comedia que fue su antecesora. ¿Los personajes? Están todos, pero ya los conocimos, y como ya sabemos quienes son, la eterna repetición de sus manías ahora aparecen forzadas en lugar de geniales.
¿Hace reír? Si. En algunas partes, pero es como cuando te ríes del tipo que se pega con una puerta o de un video de un perrito. No tiene mucho fondo.
Habría preferido haberme quedado con el feliz recuerdo de la primera.
There you go
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