domingo, 16 de octubre de 2016

Película 197/250: Ivory Tower

197/250: Ivory Tower

Los documentales (la mayoría de los gringos, en todo caso), tienen esa extraña cualidad de darme la impresión que toda calamidad que se vive en Chile, ya pasó ahí antes. Así como nos llevan algunos años de vida republicana (ni tantos tampoco), nos llevan esa cierta ventaja temporal (ni tanta tampoco) en cuanto a calamidades.

Ivory Tower trata el tema de la deuda universitaria en Estados Unidos. Como los adolescentes, adultos jóvenes, y bueno, cualquiera que quiera ir a la Universidad, se ve obligado a pagar matriculas y aranceles que se salen de cualquier proporción. Van entre los 20.000 y 60.000 dolares anuales (y se considera como mínimo 4 años de universidad si eres lo suficiente buen alumno como para no repetir ningún ramo, haber llegado con una educación suficiente desde la secundaria y tal), lo cual en el común de la gente crea una deuda tal que le impide vivir de manera tranquila a lo largo de toda su vida (y en la muerte tampoco les va mejor porque la deuda se traspasa)

Y lo trata de manera bien particular, porque no solo explica como se llegó a esto desde una educación que hace algunas décadas era gratuita, sino que además se plantea preguntas que son políticamente incorrectas y que siento muchas veces faltan en la discusión acerca de la educación gratuita acá en Chile.

¿Todo el mundo DEBE ir a la universidad? No se lo plantea desde el punto de vista del dinero, ya que al igual que muchos considera que es inaceptable que un talento verdadero quede fuera por no poder pagar, sino que desde el punto de vista de ¿es la universidad para todos? Porque al igual que en muchas otras partes, en USA vendieron la historia de que tener un título te regalaba un futuro próspero, sin embargo, ahora casi el 50% de la gente con un diploma no trabaja en lo que estudió o derechamente no trabaja en nada. ¿Vale la pena la deuda considerando lo incierto del futuro?

Intenta dar atisbos de soluciones, aunque claramente no es su labor como documental. Aún así, a pesar de la realidad, deja el sabor más o menos agradable de que parece haber consenso que hay ciertos cosas que no pueden ser aceptadas. Por ahí se parte.

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