The Irishman
Supongo que ya se ha dicho mucho de The Irishman. Por mi parte, voy a poner lo que me pasó de esta manera. Es tan buena The Irishman, que en un momento se me salió una carcajada completamente random. Nada que ver con el momento de la película (que francamente no da muchas oportunidades de risa ni relajo). Simplemente es la felicidad de ver algo realmente osom. Muy nerd ¿no?
No es la primera vez que me pasa en el año, cierto (hola Parasite), pero siempre agradezco un poco cuando me ocurre. Al final, los que gustamos mucho del cine, lo hacemos para esos momentos.... aquellos en que nos damos cuenta, como si miráramos desde afuera de nosotros mismos (que estamos concentrados en la película) que estamos viendo algo extraordinario.
Así de buena es The Irishman.
Es tan buena porque básicamente es el resultado final de años de preparación, de trabajo, de ideas, de ensayos... da la impresión, de manera apresurada y algo mezquina, como que las películas de Scorsese (las de gángster en todo caso) casi que parecen un ensayo general muy bueno para la obra que teníamos que ver finalmente.
¿Les debería gustar a todos? ¿Están tan perdidos a los que eventualmente pueda no gustarles? No y no. The Irishman es arte, y el arte no es igual para todos los ojos. De alguna manera, me temo, esta película está hecha para quienes nos hemos pasado parte importante de nuestras vidas sentados frente a una pantalla consumiendo cine de todo tipo.
Hay guiños, secuencias especiales, ideas que parecen decaer y luego reaparecen, hay lineas sobre y bajo otras líneas, hay cosas no explicadas que Marty (digamosle así) asume que entendemos, hay pistas que tomar en cuenta, miradas (ay Peggy) a las que prestar atención, diálogos que recordar, metáforas que entender.
Y está todo eso porque Scorsese et al aman al cine y quisieron regalarnos esto. A todos. Por lo tanto también convoca a los que han pasado menos tiempo viendo cine, pero que les gusta o les intriga de todas maneras.
Joe Pesci, que estaba retirado, renace de sus cenizas para hacer un enorme personaje (que además casi que sale un poco de su propio espectro con Scorsese), y Pacino, que ya nos había dado una alegría con su breve pero osom aparición en Once Upon a Time in Hollywood está tremendo como Jimmy Hoffa. Sin duda que las nominaciones a la temporada de premios ya están apuntando a este par en la categoría de actor secundario. Una batalla fabulosa.
De Niro, de alguna manera, le toca lo más difícil con un personaje que prácticamente no evidencia sentimientos en toda la película, pero que logra hacernos saber que esos sentimientos están ahí. Solo que no tiene la capacidad de expresarlos. Un arte difícil que De Niro logra porque simplemente es fantástico.
La antigua camada de Hollywood se niega a retirarse, jóvenes. Abran paso que los reyes magos aún tienen la corona.
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