Miss Americana
Taylor Swift es una cantante que me es súper lejana. Le conozco con suerte, si me esfuerzo en recordar, como 3 canciones, y las que le conozco no me gustan. No es mi tipo de cantante, me imagino. Esas cosas pasan. Como que la razón de por qué la tengo en mi radar es por esa vez que el infumable de Kany West le hizo bullying en un escenario, y porque se anduvo peleando con Katty Perry, aunque nunca caché el final de ese cahuín. De pronto alguno de ustedes sabe en que quedó eso y me cuenta.
La cosa es que, a pesar de esta lejanía, me encontré viendo el documental que hizo para Netflix, y la verdad es que me gustó harto. NO, sigue sin gustarme su música (si algo pasó es que reafirmé que no es de la que me gusta), pero si me sirvió para ver de cerca a una estrella de las más brillantes que tiene USA, y el mundo, y que tiene la valentía de mostrar el océano de inseguridades en las que vive, y su progresión de una chica a la que no le gustaba hablar de ningún tema importante por miedo a que la gente “dejara de quererla”, hasta empoderarse lo suficiente como para saber que hay batallas que hay que saber lucharlas.
Y el viaje desde su inicio tímido y altamente necesitado de validación (que la sigue persiguiendo de manera inexorable, pero ahora de manera consciente por lo que puede combatirlo), hasta la mujer que es ahora, con plena consciencia de sus errores, sus desafíos y de lo difícil que es la industria para alguien que pasa los 40 (los 35 en el pop), es interesante. desafiante para el espectador, y en general, una hora y media muy bien invertida.
Chapeau, Taylor.
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