miércoles, 1 de abril de 2009

La Tele Me Mata


Creo que alguna vez en el otro blog (es decir cuando estaba en el otro servidor) escribí acerca de la televisión. Más aún escribí acerca de sus bondades y porque era necesaria. En otras palabras la defendí de todos los herejes que alguna vez la llamaron la cajita de los tontos, y resalté todas sus reconocidas cualidades.

Muy bien, llegó mi venganza contra mi misma.

No será ahora el momento en que vaya a dejar de reconocer las cosas buenas de la tele ni retractarme de mis palabras anteriores, porque sigo creyendo todo lo que dije. Esta vez simplemente se trata de ver lo malo. Una especialidad de la casa.

Claramente no tengo el mismo tiempo que antes para ver televisión, pero aún así trato siempre que puedo. Incluso si hago otra cosa como estudiar, leer, o matar moscas, tengo la tele encendida. Digamos que es como una banda sonora de mi vida.

Pero aún en esas instancias (o sea cuando no le presto atención a lo que pasa) me preocupo de que lo que hay en la pantalla sea medianamente aceptable para mis estándares, que tampoco son la mar de complicados. El problema del ultimo tiempo es que a pesar de tener muchos canales (no se cuantos tiene el cable pero seguro más de 50 y si me apuran mas de 65) muchas veces no hay nada que ver.

No estoy pidiendo que den solo cosas que A MI me gustan, sino que al menos 10 de 65 canales den algo… veíble.

Ahora que estoy en Chillán (por trabajo) llego más temprano y me dedico a dar más vueltas de las normales por la TV, y es en estos momentos de completa vagancia en que me pregunto ¿Qué hace la gente que no tiene cable, si la con cable ya tenemos serios problemas? Y luego me contesto que el que nunca ha comido pan no lo extraña ¿No? Es decir, si siempre han tenido solo televisión abierta, ya saben como arreglárselas.

Y traté de hacerlo yo también (y ojo que el hotel tiene cable, esto fue solo un muy masoquista experimento).

La televisión abierta en Chile tiene, según yo, 7 canales. De esos 7, uno no sé como se llama así que no pude buscarlo, y otro simplemente no lo encontré (es que a veces tiene pésima señal). En otro daban los Simpson, a los cuales detesto para incredulidad de una parte importante de la población que conforman mis amigos y parientes, y en otro un programa que no conozco pero en donde la gente se pelea y sale una señora medio psicóloga para solucionarle los problemas a dicha gente (la misma que se pelea por si alguien se perdió). Lo vi 5 minutos y pasé al siguiente canal. El problema es que estuve mirándolo largos minutos y solo vi comerciales, los que como era de esperar casi terminaron por hartarme hasta que acabaron y pasamos al programa de turno que era una teleserie extranjera en que no hay gente fea (me tendré que ir a ese país… o no para que no me baje el autoestima) y en el que hay gente muy mala malísima, gente muy buena (que llega a ser tonta, y que llora el 80% de la novela) unos personajes que son los que le ponen “la comedia” al asunto, y una mujer loca. Si me hubiera quedado a ver un rato más seguro me aparece una ciega o un bebé perdido. Pero no tuve paciencia.

Me quedaban solo dos canales por investigar. Dos esperanzas. Pero como un post con el título que le puse no podía concebir un final feliz, comprenderán que me fue casi peor que con los canales anteriores. Estaban dando lo que muy amablemente se denomina “programas juveniles” en donde los jóvenes (de los que sé cada vez me alejo más, lo sé) quedan muy, pero muy mal.

Entonces miré el control remoto, y con toda alegría acepté mi derrota. Alabada seas, Oh televisión por cable.

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