lunes, 21 de marzo de 2011

Yo soy...

Soy, católica. No por formación (aunque fui a colegio de monjas) sino por convicción. O sea, cuando una cantidad no despreciable de mis compañeros de curso (a los que aún recuerdo con harto cariño) decidió que en realidad ser católicos no era lo suyo, yo elegí ser católica. Y para serte franca, al menos de momento, me agrada.

Siempre he creído que la Fe no es una elección. ¿O de verdad alguien piensa que un día nos levantamos y dijimos “Sabis que me tinca creer que existe Dios. Si, me es cómodo”? Al contrario, es incómodo. No tienes pruebas materiales y objetivas (que los que no creen siempre te piden), hay miles de cosas inexplicables, y demasiado no tiene lógica, lo cual para una cabeza bastante científica como la mía es más bien frustrante. Pero no tengo remedio, no puedo evitar creer en Dios (y como una parte importante de las personas me he preguntado, he tenido dudas, y he peleado conmigo, pero acá estoy)

Lo que si puedes elegir es tu religión (y el tenerla o no), y yo elegí la católica. La elegí porque me siento bien en ella y me identifica en muchas cosas. Con otras muchas estoy en absoluto desacuerdo, peleo con las jerarquías, hago pataletas (a mi modo porque nunca he sido muy exagerada para nada), me exasperan, me enojan y bueno, todo lo que puedan imaginar. Y aquí estoy.

Elegí y sigo eligiendo ser católica a pesar que entendí desde bien chica que a pesar de lo que se cuenta por ahí, hoy día no es fácil serlo. En Chile sobre todo si es que no eres parte de aquella clase social en donde ser católico es muchas veces un contacto y no vínculo. Ser católico (cuando no cuentas con el bonus social de serlo) te expone de inmediato a ser tratado de ignorante (me lo han dicho), de ser una oveja más de un rebaño medio tarado (también me han dicho), de no tener voluntad, de ser homofóbico, de ser intolerante, de ser pechoño, hipócrita, fascista (esa si no me la han dicho pero la he escuchado en la generalidad) cínico y bueno, podría estar una buena cantidad de páginas en la enumeración.

Solo por si las moscas aclaro, no tengo ningún problema con los homosexuales, tengo amigos (y no tanto) que lo son. Mi duda con los homosexuales es estrictamente del tipo científico evolutivo (la reproducción y descendencia) pero ese es problema mío, no de ellos. Mucho menos tengo problema con los ateos, porque ahora que lo pienso, yo diría que la mayoría de mis amigos (y algunos de los mejores) lo son. No solo son ateos (o agnósticos) sino que de las mejores personas que he conocido y que luego de algunas conversaciones han respetado mi incapacidad para dejar de creer, así como yo la de ellos para creer. O sea todos nos aceptamos y queremos como una manga de incapaces por un lado o por otro. Tampoco me causan problemas y por lo demás me agradan las personas de otra religión, sobretodo si les gusta la suya como a mi me gusta la mía.

Soy partidaria férrea del divorcio, de los métodos anticonceptivos y de la sexualidad sana y feliz (como sea que la definan los involucrados). Me agrada la idea del aborto terapéutico y estoy en absoluto desacuerdo con la pena de muerte. En la política camino por el lado más izquierdo del camino sin irme al chancho, y no me opondría a indulto a violadores de DD.HH por razones humanitarias a pesar de ser nieta de un Detenido Desaparecido. Comprendo a los que se oponen con uñas y dientes.

Pero para que no todo suene a sacrificio (que mi vida de esos tiene mucho menos que una mayoría importante, pero tiene algunos) a pesar que ser católica es un cacho a veces, también es una satisfacción enorme. Eso porque a pesar de que la gente suela olvidarlo convenientemente, la Iglesia es una porción chica de jerarcas, y una enormidad de personas comunes y corrientes. Y estos últimos son los que deciden mi elección.

Los que sin decirle a nadie ayudan al que conocen y al que no, aquellos que usan la iglesia como lugar de reposo cuando están demasiado cansados, los que la usan para ponerse de acuerdo, como lugar de encuentro, de alegrías y de penas. Por la gente común y corriente como yo. Ya dije antes, me gusta la gente. Los católicos y los no católicos también me gustan. Pero me gustan los católicos por opción de cariño y no por opción social.

Por todo lo anterior creo que la entrevista a James Hamilton que dio anoche el programa Tolerancia 0, en donde denuncia, no sé si sin miedo (no lo conozco como para llegar a esa conclusión) pero con una tremenda entereza los horrores (no hay otro nombre) que tuvo que vivir él y otros a manos de sacerdotes católicos que algunos consideraban “santos” está dentro de lo más importante que le ha pasado a la Iglesia Católica de Chile y del Mundo. Básicamente porque nos tendió con una generosidad agobiante la gran oportunidad de hacer la Iglesia que nosotros, los comunes y corrientes, queremos. No dijo hay “algunos” que están hundiendo el barco desde adentro (perdóneme la metáfora marítima) dijo quienes y como están hundiendo el barco.

Por eso yo como católica no solo espero, sino que exijo que los saquen. Que se vayan todos. Porque contrario a lo que he visto decir, no nos van a decir (a mi no al menos) que esto es obra del demonio o que no pasa nada en realidad. Porque en Chile ya sabemos de sobra que sin justicia las heridas no curan. Aunque tratemos y le pongamos empeño y hasta buena voluntad. Porque los ciudadanos a pie queremos que se queden los Hamilton y queremos que se vayan los Karadimas.

Mientras tanto pasa ello, mientras llega la justicia, habemos varios que estamos dispuestos a recibir el embate de todos los que no son católicos y que demuestran su justa indignación ante abusos que no tienen nombre. Pero dennos la razón (Si monseñor Ezzati, a Ud que aún le tengo algo de fe) aunque queden 5 curas buenos de pie (aunque me consta que hay más) sáquenlos a todos. Denuncien. Acojan al que denuncia.

Ya muy largo el desahogo. Chao.

2 comentarios:

  1. Como muy bien lo dices: sin justicia las heridas no curan, y creo y estoy cierta que se debe aplicar esta a todo aquel que atente contra la integridad fisica y moral del projimo, todo el peso, independiente del estamento social al que pertenezca o represente. Muy buena tu reflexión, y bonita, de hecho.

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  2. Gracias por tu reflexión, estoy bastante de acuerdo contigo.

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