sábado, 2 de julio de 2011

Mi conocimiento inútil

Contrario a la creencia popular que cuenta que paso mis días en un constante divagar sin llegar a puerto, la verdad es que las últimas semanas han sido un verdadero tumulto de eso que llaman trabajo. Si no fuera porque lo hago agradada (contrario también a la creencia fomentada por mí, creo, de que no me gusta) habrían sido semanas dignas de receta para el estrés.

Fue en medio de toda esta vorágine de trabajo, que se me ocurrió un tema para comentar en el blog, y así entre descanso y descanso que me podía tomar en la oficina fui redactando.

Pero no es esto que leerán a continuación. Ocurre que ese escrito se me quedó en el PC del trabajo. Como pobre premio de consuelo, les dejo este otro.

Es curioso lo selectiva que puede ser la mente (que palabra tan fea, siempre lo he creído). Acerca de ello conversaba el otro día con un grupo de personajes variopintos que no puedo catalogar dentro de algún segmento tipo “compañeros de trabajo, universidad, colegio”, y que por lo tanto dejaremos como “amigos de la vida”. La conversación básicamente trató acerca de lo curioso que es como recordamos ciertas cosas que, a simple vista, no tiene ningún sentido recordar. El ejemplo dado en aquella ocasión, fue la de recordar el nombre del precusor del colesterol (y otras moléculas lipídicas), que para quien se lo esté preguntando, es el ciclopentanoperhidrofenantreno. Y lo escribí sin necesidad de buscarlo en internet (o googlearlo como se dice en lengua siútica).

Nunca en toda mi vida universitaria (y para que decir la escolar o la del trabajo) me preguntaron el nombre de la dichosa molécula y veo altamente improbable que dicho conocimiento sea utilizado a lo largo de mi vida a menos que participe en algún concurso tipo “Quien quiere ser millonario”, donde probablemente tampoco lo pregunten. Más aún, la primera vez que escuché el nombre de la molécula en cuestión en una clase de química, mi primer pensamiento mientras trataba de digerir la palabra fue: ¡¿ y quién en el planeta tierra puede ser capaz de recordar eso?! Al tiempo descubrí que yo era una de aquellas que lo recordaría. Para siempre.

Alguien podría decir, “esa clase de conocimientos evidencia cultura” pero para ser francos este tipo de cosas va por un sendero distinto al de la cultura. Ni siquiera califican como dato freak. Es simplemente un conocimiento específico que tu cerebro decidió grabar, almacenar y resguardar a toda costa, aunque no lo necesites. Podré olvidar mi cumpleaños pero no esa palabra.

Si la teoría de Sherlock Holmes es cierta, y nuestro cerebro es como un ático o un sótano (dependiendo de que parte de la casa les guste más) el cual tiene una capacidad finita para almacenar conocimiento, y que por lo tanto cada persona debe elegir los conocimientos que quiere guardar y al mismo desechar los que sean inútiles para su vida, entonces al menos yo estoy en serios problemas, porque en ese caso al menos un cuarto (sino la mitad) de ese ático está lleno de porquerías que no me sirven, o que al menos no les veo utilidad en el mediano o corto plazo.

El problema es que en el caso de un ático verdadero puedes eliminar lo que no te sirve y asunto solucionado, pero en el caso del cerebro y la memoria selectiva (que actúa sin consentimiento) no ocurre eso. No puedes decir… “elijo olvidarme de esto” porque simplemente es algo que no se va. Y punto.

De todas formas tomándolo desde una mejor perspectiva, siempre puedes ser de aquellos que piensan (como yo) que nuestra capacidad cerebral para almacenar información es infinita, o para no exagerar, digamos que muchísimo más amplia de lo que imaginamos. Por eso no importa cuánto conocimiento inútil es atrapado por el cerebro, siempre habrá un lugar en el que puedas meter algo más (útil o no).

Chao

PS: También puedo dibujar la molécula fijate.

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