Personalmente, siempre he
creído que en Chile (no me atrevería a hablar por otros países)
los debates sirven de poco y nada. Básicamente porque (así
hablando con confianza entre nosotros) en realidad nunca he visto
un debate como debería ser según la definición de la palabra (les
dejo la definición de la RAE allá abajo para que todos estemos
hablando de la misma cosa), es decir, no hay confrontación de
ideas, sino más bien, una exposición de estas, en cuyo caso el
asunto debería llamarse “Seminario Presidencial” o algo así
Pero más allá de eso,
la realidad profunda de por qué no le otorgo atención a los debates
presidenciales chilenos (me refiero a atención de la seria, de
esa que uno presta en clases... bueno algunas clases) es porque
tengo el convencimiento (nacido de mi imaginación, no crean que
tengo un estudio estadístico ni mucho menos) que nadie, pero
nadie que ya tenga decidido su voto lo cambia por lo que escuche en
el debate. Peor aún, creo que nadie que esté convencido de no votar
(o en su defecto anular o votar blanco) se decida por un
candidato gracias al debate y como ahora en Chile el voto es
voluntario, esa posibilidad mínima que existía antes de convencer a
quien por obligación iba a tener que ir a votar de todas maneras, ya
no existe.
Por lo tanto yo, al igual
que varios que conozco (y no conozco a taaaaanta gente como para
que se pueda pensar que mi grupúsculo de conocidos puede significar
una tendencia) vemos el debate por la mejor de todas las razones
del mundo mundial y la galaxia (o la galactea como diría Su
Excelencia): Para reírnos.
Yo sé amiguitos, yo sé,
que es una razón totalmente mezquina y en total sintonía con mi
alma negra, pero no puedo evitarlo, y me complazco en informar que mi
empresa fue todo un éxito. Hubo momentos que me reí a carcajadas
gracias al gentil auspicio de los candidatos y, por cierto, de
twitter que es en estos momentos cuando comprendo su real utilidad.
Supongo,
ya que se esfuerzan tanto por hacerse notorios, que debería dedicar
aunque sea unas líneas a los periodistas participantes del debate
(le vamos a decir debate de manera cariñosa, aunque ya
establecimos que de debate no tuvo nada). ¿Había necesidad de
tener un panel de periodistas de regiones cuya única función era
sacar un papel (¿había una tómbola o los tenían ahí encima no
más?) y leer una pregunta que ya tenían escrita desde sabe Dios
cuando? Si la idea era darle lugar a periodistas de regiones (porque
andan con la onda regional y todo eso) entonces lo lógico habría
sido dejar uno o dos periodistas del Hocicón de Pelotillehue a cargo
del debate como moderadores y no a Matamala a quien vemos todos los
días a cada rato. No es nada personal contra el periodista en
cuestión, pero si el tema era potenciar a otros de provincia
entonces nos vendieron la pescada, o se las vendieron a ellos mejor
dicho, porque para sacar papelitos y leerlos, eso lo podría haber
hecho hasta yo. Eso y además combinarlo con la muy noble labor de
apagar el micrófono cuando los candidatos se pasaban del tiempo, lo
cual fue la mejor idea que pudo ponerse en práctica. Altazores y
APES para los ocurrentes (yo sé que no es mucho, pero no me
siento con potestad para dedicarles un Emmy)
Pasando
por alto lo anterior, me acomodé a ver el debate. Y lo vi. Y fue una
lata, pero con estilo. O al menos una lata desde el punto de vista de
las sorpresas o por lo bajo de las propuestas. Porque el diseño del
debate es una lata. Lo primero (que asumamos no es culpa de
quienes organizan sino del.. destino, pongámosle) era que con la
cantidad estratosférica de candidatos que hay (y eso que faltaba
una) como que se me olvidaban quienes estaban. Para hacerlo más
claro, pasaba tanto tiempo entre cada intervención de un mismo
candidato, que cuando le volvía a tocar hablar mi primer pensamiento
era “Bah cierto que este loco(a) estaba invitado(a) al debate”
Fuera de eso, confieso
que el circo estuvo más entretenido de lo que me esperaba, porque
más que debate en realidad fue un “Gabinete de curiosidades” en
donde, personalmente, creo que ninguno sobresalió o, por decirlo de
otra manera, mostró algo que no me esperara. Puede que Sfeir fuera
la sorpresa más agradable, pero no sé si se debe a que en realidad
tiene tan poca cobertura mediática (si, a ustedes les digo
medios) que en realidad nunca había tenido oportunidad de
escucharlo, o si de verdad dijo algo distinto a su discurso usual.
Como sea, es el único que me dejó la sensación aquella de “ojalá
post elecciones no se pierda” (no me miren con esa cara, si
todos sabemos que no va a ganar) y al único al que invitaría a
tomar once a mi casa.
Con respecto a los otros,
y para hacer la cosa no tan larga, lo cierto es que había tal
variedad de personajes que hay que ser un yeti desalmado para no
haber soltado la carcajada en varios momentos. Un Jeti o Tomás
Jocelyn Holt (¿es con guión el apellido o no?).
Pero como esto no
pretende ser un análisis político (Dios no lo permita) les
haré un resumen de mis impresiones del debate y de los candidatos.
De los ocho presentes, como ya dije, solo a Sfeir invitaría a tomar
once a mi casa, porque no estoy para estresarme puertas adentro con
cualquiera de los otros. Además probablemente me entretenga una
conversación con él. A Roxana Miranda la invitaría feliz a pasear
da lo mismo el lugar, lo importante sería que como norma de juego no
podría utilizar la palabra “pueblo”. A mi me serviría para
evitar el sobre discurseo (más allá de que fuera de su... brío,
dice algunas cosas que merecen atención) y a ella le serviría
como un desafío. Ah y con todo respeto la haría pasar por una
revisión amigable, porque la facilidad para sacar objetos del mas
variado porte y tipo de lugares recónditos de su vestimenta cuan
inspector Gadget se me hace al menos preocupante (y útil así que
igual le preguntaría como le hace)
A la Eve la invitaría
feliz a que me acompañara a comprar ropa. Me da lo mismo que me
empapele a chuchadas, porque para ser francos no tengo nada de
glamorosa, así que sería esperable que perdiera la paciencia de vez
en cuando (bonito su traje de hoy, ya que estamos en estas).
Además nos reiríamos a carcajadas recordando el ninguneo que le
hizo a Parisi TODO el debate. El “no trabajaría con él porque el
2014 no estará en el Senado” (risita incluída) estuvo de
guión de película. Y para que Parisi no se me pique (porque se
picó con la Eve) con él iría al cine. Para que no me hable
mucho. Ah y le pediría que me enseñe a construir de esas leseras
solares que hace él porque me parecen útiles. Mi duda es si
aceptaría salir conmigo porque he cachado que al parecer sólo se
codea con “chiquillos preciosos” y no estoy segura de caer en esa
categoría.
Con MEO no iría ni a
escopetazos al cine porque hablaría todo el rato y me arruinaría la
película desde los créditos iniciales para adelante. Pero supongo
que podríamos ir por un café. Me parece un tipo caballeroso para
referirse a la gente este MEO, y creo que eso le hace ganar puntos,
más allá de que no pocas veces su amabilidad va con una pátina de
sarcasmo que le resta encanto, pero que podría soportar. Sobretodo
si logro que mientras coma no me hable.
Con Claude iría a andar
en bicicleta y pedalearía lo más rápido posible. Pero no como para
alejarme tanto que no me encontrara. ¿Me explico?. En realidad lo
justo para que sus apóstoles no nos encontraran. Por algún extraño
motivo (que de verdad no me explico muy bien) cada vez que veo
a Claude intervenir, se me hace un tipo más agradable de lo que lo
hace parecer su legión de creyentes. Y es que no se piquen (espero)
pero a mi parecer (que puede no ser compartido por nadie más)
ningún otro “lieber” es tan hinchador como el de Claude.
Entiendo el por qué lo son, pero no por eso tiene que agradarme.
Supongo que es igualmente importante destacar que no todo el que vota
o apoya a Claude es necesariamente un “Claudelieber”, hay algunos
varios con los que es un agrado conversar. Otros son para lanzarlos
al water y tirar la cadena.
¿Quien me queda? Ah
Ricardo Israel y Tomás Jocelyn Holt. Para serles franca no tengo
idea donde invitaría a Ricardo Israel, porque aún después de sus
intervenciones de hoy (que tampoco es que haya dado un discurso a
lo Luther King) sigue siendo una suerte de misterio para mi. O
tal vez tiene que ver que dentro de los bríos que se levantaron en
la sala, el permaneció con tal parsimonia que no despertó mi
atención. De todas formas le daría la oportunidad, pero que elija
él el lugar. Y a Jocelyn Holt no lo invitaría a ningún lado. ¿Te
imaginas le viene la maña por... cualquier motivo por nimio que sea
y me deja plantada? No pues. Ahora, si invita él. Igual pascual.
No creo que pueda (o
quiera) decir mucho más. La verdad, como se habrán dado cuenta,
nunca pretendí hacer un análisis político ya hay otras personas
con mucho más talento, conocimiento y paciencia que yo. Y también
mucho analista aparecido.
Como show, el debate
estuvo gracioso, lo que, para ser franca, es bastante más de lo que
me esperaba.
Cosas varias que no se
donde más poner (y que no son tantas así que no hay para que
ponerse nerviosos)
- El pre-show del debate estuvo bien malo. Latero, latero. Mónica Rincón se dedicó a hacerle las mismas preguntas predecibles a todos los candidatos que llegaban. No sé si eran idea de ella o estaban pauteadas las preguntas o qué, pero fue fome. Sorry Mónica, no siempre soy tan desagradable. Lo mejor fue cuando la Eve le dijo “Me encanta tu vestido”. Le hubiera dicho “Me encanta tu vestío weoona” y habría sido épico, pero sabemos que no se puede tener todo en la vida.
- Jocelyn Holt tuvo una pataleta previa que le duró casi toda la tarde, supuestamente por el sorteo del orden en que hablarían y bla bla bla. Igual la hizo el hombre porque todos hablaron de él. Vivaracho el hombre. Mañoso pero vivaracho. Además seco para el besuqueo según pude ver cuando lo entrevistó Mónica.
- Parisi no tenía cara de caña y eso es un punto a su favor, porque últimamente había dado unas entrevistas con pinta de “Que pasó ayer 1, 2 y 3”.
- Causó furor (lo cual no necesariamente es algo bueno) “El Parrón” de Ricardo Israel. En Chile aún hay un segmento que no se toma la calvicie con toda la dignidad que debería y eso no es bueno.
- Si el debate se realizó en el Casino de Coquimbo (¿no había otro edificio que nos hiciera pensar menos en un show?) ¿como es posible que a ningún creativo se le ocurriera realizar el debate jugando poker, black jack, o juegos similares? Habría sido un golazo. El que ganaba la mano podría haber ido acumulando minutos para hablar (y con la verborrea de varios el tiempo es un bien muy preciado diría yo).No strip poker eso si, porque Chile no está preparado para eso. De verdad.
- A pito de twitter, es muy, pero muy chistoso como todos dan de ganador a su candidato. Más que eso, es como a partir del mismo hecho y por lo tanto el mismo discurso, dos personas (de acuerdo a su preferencia obvio) interpretan exactamente lo opuesto. Es razonable, pero no por eso menos gracioso.
- ¿Que es exactamente ser “el ganador” de un debate?. De estos debates me refiero.
- ¿Alguien sabe si le dieron algo tipo ravotril, litio o cualquiera de esas cosas a la Eve? ¿Entró a un curso zen? ¿Medita?
- El post Show estuvo harto mejor que el pre-show. Menos fome, quiero decir.
*Debate: Discusión.
Confrontación de opiniones diferentes.
PS: Sorry cualquier
extranjero que pudiera ir pasando y con la intención de leer algo
más interesante, pero así es la vida.
Los votantes españoles decidimos nuestro voto en 1977, y desde entonces solo la muerte nos puede apartar de la lealtad a "nuestro partido" en las urnas. Aunque luego en el bar nos hartemos de dar puñetazos en la barra quejándonos de lo ladrones que son todos.
ResponderEliminarLos debates chilenos parecen más divertidos que los españoles, aunque solo sea porque hay más de dos participantes. No sé si tendrán también la costumbre de tirarse a la cara el "y tú más" cada vez que alguien del "otro bando" critica algo. Y de arreglárselas para quedar en ridículo con su desconocimiento de la vida normal (frases para la historia: "¿Cuánto vale un café, sr. presidente?" "80 céntimos". "¡Ustedes dieron permisos de residencia solo con un bonobús!" "¿Qué es eso?")
Y mejor no hablemos de los periodistas lametraserillos que solo viven para defender "a los suyos", y a la realidad que le den morcilla...
Digamos que este debate fue especialmente chistoso. Nos falta eso si que acabas de decir del ridículo a propósito como preguntarle a un candidato cuanto vale el taxi o un pasaje en metro. O un kilo de pan. No está nada de mala la idea.
ResponderEliminarGracias por el comentario.