domingo, 10 de abril de 2016

Película 66/250: Son of Saul

66/250: Son of Saul

Por fin vi Son of Saul y resultó ser algo completamente distinto de lo que me imaginé por lo que había leído. Mejor de lo que pensé y eso es decir mucho porque le tenía toda la fe del mundo.

Yo sé, como sabemos mucho, que llega un momento en que el tema del holocausto nos cansa un poco (hablando estrictamente en el ámbito del cine) porque tenemos la sensación que nos han contado la historia miles de veces. Pero Son of Saul se las arregla para tener un relato completamente nuevo y original. Es casi una película en primera persona (como esos video juegos en donde solo ves las manos del personaje con el que juegas). La cámara nunca, pero nunca (ni siquiera para un plano panorámico) se aleja del protagonista, Saúl. Está pegada a él. A su cara, a la expresión de sus ojos (que es fabulosa) o a la parte de atrás de su cabeza.

De alguna manera, la película podría ser muda (de hecho no se habla demasiado) y el relato lo va contando solamente el rostro de Saul, desde que encuentra a su hijo muerto mientras trabaja en una cámara de gas de un campo de concentración hacia adelante.

La crudeza de la película va más allá del horror ya conocido de los campos de concentración, está en el hecho de aferrarse a la vida por medio de aferrarse a hechos pequeños. A obsesionarse más allá de la razón.

Si aún les queda un poco de ganas de ver películas del Holocausto, saltense las películas azucaradas tipo Spielberg que de esas ya vimos muchas. Vayan por Son of Saul

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