The Founder, la historia del tipo que convirtió a McDonalds en una
franquicia (no de los tipos que
inventaron McDonalds y el sistema productivo que lo caracteriza) es como
una de las hamburguesas que venden.
Viene en un envoltorio bonito y atractivo y cuando le hincas el
diente, es bastante sabrosa, así que tenemos una película con buenos actores y
una muy buena actuación de Michael Keaton, que es entretenida de ver y te
mantiene concentrado todo el tiempo. En eso está bastante bien.
La cosa es que tal como la hamburguesa, al final es una suerte de
placer culpable, porque aunque la historia está montada para mostrar a un tipo
que a partir de su persistencia (es lo
que más se repite) logra construir un imperio, en realidad es la historia
de un tipo vivo que prácticamente le arrebata una idea genial a una par de
hermanos (los McDonald) y pasa por encima de todas las cabezas que hay delante
dejando a varios heridos, con tal de alcanzar sus objetivos.
Por cierto que hay gente en el mundo de los negocios que cree que esa
manera de ascender es perfectamente aceptable, porque no hay moral que valga,
pero para los que no somos de esas lides, por más sabrosa que sea la historia,
al final deja un regusto no demasiado bueno.
Como película, eso sí, no tengo mucho que objetarle. Esta
razonablemente buena.
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